viernes, 27 de septiembre de 2019

COLUMNA

De Frente
Miguel Ángel Mata Mata
Septiembre negro
1.
Dicen que, de las lunas, la de octubre es más hermosa. A muchos, no sé por qué, les invade la nostalgia y tristeza en diciembre. Noviembre debiera ser el mes de muertos, pero 47 mil desaparecidos nos indican que el festejo ya es todo el año.
Las cabañuelas llegan en enero y agosto. Del 24 de julio al dos de septiembre, la canícula, ese periodo que nos deja ver nuestra perra vida de septiembre y nos hace s
udar.
Hay un mes que nos hace llorar, muy seguido. Es septiembre. Sí, septiembre, históricamente ha sido el más triste para los mexicanos. ¿Lo dudan?
2.
Dicen que fue en septiembre cuando el cura Hidalgo tocó una campana y, con ello, logró la independencia de México, de los gachupines, “a los que había que matar pues tenían cola, como los perros”, según relatos de los “triunfadores” de la época que ocultaron así, la vergüenza de masacres de peninsulares en la meritita alhóndiga de Granaditas.
La historia al otro lado del charco es distinta. El imperio francés, a cuya cabeza estaba un chaparrito cabrón, llamado Napoleón, invadió España, impuso al borrachales de su hermano, apodado Pepe Botella, como Rey y mandó encerrar al rey Fernando Séptimo, el rey del imperio donde no se ocultaba el sol.
Las noticias llegaron tarde a la Nueva España. Nomás tres meses después hubo levantamientos en México y el Cono Sur, defendiendo al Rey Fernando Séptimo.
Los posteriores historiadores inventaron el mito genial de una Independencia apropiada para los fines coyunturales de los políticos de la época y que se mantiene a la fecha tocando una campanita para conmemorar una independencia que, los gringos, conmemoran el 5 de mayo, cuando los americanos vencieron a los europeos aquí, en México, en la Batalla de Puebla.
¿Quién inventó el mito genial de la campanita? Maximiliano, enviado por el imperio a gobernar a los mexicanos, y expulsado por un ejército de indios armados por los gringos.
¿Festejar en septiembre? Debiéramos llorar.
3.
José Francisco Ruiz Massieu, sale del hotel Casa Blanca, a unas cuadras de Reforma.
Son las 9:22 de la mañana del 28 de septiembre, y momentos antes ha concluido un desayuno político del Partido Revolucionario Institucional, en el que participan 180 diputados.
Al abordar su automóvil, “un tirador solitario” se acerca a Ruiz Massieu. Saca una pistola nueve milímetros y le dispara a quemarropa del lado izquierdo del cuello. Es casi seguro que prepara un segundo tiro, pero la pistola se encasquilla. El hombre huye a pie. Ruiz Massieu va camino al Hospital Español, a donde llega a las 10:06. 24 minutos después es declarado muerto.
Se informó de un asesino solitario, a quien metieron preso. Luego que no. Luego que sí. Que fue el cuñado, Raúl, quien lo mató. Que el narco le metió una bala. Que el destino le alcanzó. Hasta que, como pasó con el asesinato de Colosio, todos se hizo una bola de informaciones, desinformaciones y no se llegó a verdad alguna.
El presidente ofreció una investigación pronta y expedita.
Es en septiembre cuando, año tras año, lloramos a José Francisco. 
4.
Fue un 15 de septiembre de 2008 cuando Morelia se vistió de luto. En la plaza Melchor Ocampo, en pleno grito de independencia, la maldad humana hizo explotar dos granadas de fragmentación entre los miles de asistentes, provocando la muerte de 8 personas y dejando a casi 140 heridos.
Durante el primer Grito de Independencia del sexenio de Enrique Peña Nieto, en 2013, dos huracanes trajeron muerte y destrucción al país; el ciclón Ingrid afectó gravemente a Veracruz, mientras la tormenta Manuel devastó a Guerrero. En total, hubo 157 personas fallecidas a consecuencia de los fenómenos.
El año consecutivo, también la naturaleza causó luto en México; el 14 de septiembre de 2014, el huracán Odile golpeó a Baja California: hubo un total de 15 personas muertas.
Ha sido un 19 de septiembre, en 1985 y 2017, el mismo día, cuando dos sismos nos dejaron con cicatrices que jamás dejarán de llorar.
En todos éstos casos, los presidentes prometieron investigación o ayuda a los damnificados. 
5.
Es ley de vida que los hijos llevan al sepulcro a sus padres. Éstos llevaron a los abuelos de aquellos. Los primeros días de noviembre les encendemos incienso, velas, veladoras y les llevamos sus comidas y bebidas favoritas. Hay música y con sonrisa los hacemos vivos con el recuerdo que sale del corazón y la mente.  
--¿Huele a muerto?, se dice al olfatear el cempasúchil, el incienso y el olor a parafina.
¿Qué pasa cuando es al revés? Cuando los padres son los que entierran a los hijos. Se rompe la cadena de vida familiar. Se nublan de agüita salada los ojos y moqueamos a todo lo que dan los pulmones.
--¿Dónde están mis hijos? ¡Ay, mis hijos!, gritamos, cuando ni siquiera los podemos enterrar, pues no los hallamos.
6.
La desaparición forzada de Iguala de 2014 fue una serie de episodios de violencia ocurridos durante la noche del 26 de septiembre y la madrugada del 27 de septiembre del 2014, en el que la policía municipal de Iguala persiguió y atacó a estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa. 
Los hechos dejaron un saldo de al menos 9 personas fallecidas, 43 estudiantes desaparecidos, 27 heridos y un dolor que no cesa en el corazón.
El presidente prometió una exhaustiva investigación para hacer justicia. Hoy el nuevo presidente dice que partirán de cero y que habrá justicia.
7.
¿Por qué en septiembre? ¿Por qué Napoleón tenía que mandar a su hermano briagadales a destronar a Fernando Séptimo de España?
¿Por qué a cada tragedia de septiembre hay la promesa de una justicia que acaba en el regazo de políticos que las administran en su beneficio y nos inventan mitos geniales, que luego festejamos con campanitas a vuelo con la anhelante esperanza en los ojos húmedos?
Septiembre fue el séptimo mes de los romanos. Hoy es el noveno.

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