martes, 14 de enero de 2020

ARTÍCULO

De Guerrero
a Picaluga

Apolinar Castrejón Marino
¿Y por qué decimos eres un Picaluga? Este aforismo hace referencia a Francisco Picaluga, a quien la historia patria asignó el papel de traidor, porque –según–, se confabuló con el gobierno virreinal apara asesinar al héroe de la independencia, Vicente Guerrero.
Decimos historia patria, porque esa versión del pasado, tiene la aviesa intención de magnificar los hechos, para dar una percepción a los niños y jóvenes estudiantes de que hubo hé
roes impolutos, que parecían obedecer mandatos divinos para confrontar los problemas más graves del país, llegando a sacrificar su vida en aras de valores como la libertad, la justicia, y el honor.
En consecuancia, hay personas que tienen una versión retorcida plagada de almas químicamente puras, y demonios salidos de lo más profundo del infierno. Es el caso de Picaluga, cuyo apellido ha llegado a ser sinónimo de traición, y por extensión, de provocador de conflictos.
Pero ahora, diremos que Francisco Picaluga, nació en Génova, Italia. Se inició como marinero, y a los 25 años consiguió el grado de capitán de la marina mercante italiana. En pocos años consiguió hacerse dueño de un bergantín al que puso por nombre “Colombo”, con el cual se dedicó durante muchos años, a transportar mercancías por muchas partes del mediterráneo.
Se enteró que en el nuevo mundo había mayores oportunidades para el comercio, y se dedicó a transitar una ruta de ida y vuelta entre Guayaquil (Colombia) y Acapulco (México).
En uno de sus viajes fue sorprendido por una tormenta, que le ocasionó la pérdida de algunas mercancías, y algunos daños a su embarcación. El 23 de junio de 1830, logró llegar al puerto de Acapulco, cuya bahía brindaba seguridad a su embarcación, y desde donde envió algunos mensajes a sus socios, para que lo apoyaran con dinero para reponer las mercancías perdidas, y hacer las reparaciones al “Colombo”.
Como las comunicaciones eran muy tardadas, la permanencia de Picaluga y su barco, se prolongó más de lo debido, lo cual ocasionó gastos adicionales para el mantenimiento de la tripulación, en la temporada navideña de 1830.
Así las cosas, llamó la atención que un barco con bandera extranjera permaneciera mucho tiempo anclado en la bahía. Las partes en conflicto desconfiaban hasta de su sombra y quisieron saber qué pasaba con el “Colombo”.
Nicolás Bravo, Juán Álvarez y Vicente Guerrero, mantenían un movimiento de rebeldía contra el gobierno español, y Anastacio Bustamante, José Antonio Facio y Lucas Alamán, pertenecían al bando realista. Las autoridades aduanales, informaron a Bustamante y cómplices, que Picaluga adeudaba 2000 pesos por derechos de aduana y del cargamento que transportaba.
Entonces, el ministro de Guerra José Antonio Facio vio la oportunidad de utilizar al marinero y su embarcación para un plan diabólico, con el cual eliminarían a Vicente Guerrero, quien había sido Presidente de México, por solo unos meses, y luego lo depusieron “…por estar incapacitado para gobernar”.
El 14 de enero de 1831, José Antonio Facio mandó a traer a Picaluga, para negociar la deuda. El marinero se trasladó a la Ciudad de México –haciendo escala en Chilpancingo– y durante la entrevista, Facio le propuso que secuestrara a Guerrero, lo asesinara en su barco, y lo arrojara en el mar. Picaluga rechazó terminantemente la propuesta y dio por terminada la entrevista.
Pero Facio insistió en los días siguientes, y amenazó al navegante con elevar a 5 mil pesos la deuda con la aduana. Al ver que Picaluga no cedía, optó por cambiar algunos términos. Le pidió que solo invitara a Guerrero a una comida a bordo del “Colombo”, por lo cual le condonaría la deuda, y además le daría 50 mil pesos.
Ante las amenazas, además del dinero, y que solo invitaría a comer a Guerrero, Picaluga cedió. Regresó a Acapulco, y conforme a lo pactado, contactó al insurgente, y lo invitó a comer a su barco. Sin embargo, al estar Guerrero a bordo del barco, los soldados de Facio que se hallaban disfrazados de marineros, lo capturaron.
El bergantín Colombo levó anclas y zarpó con dirección a Huatulco, Oaxaca. En el trayecto fueron alcanzados por la goleta La Flor de la Mar, al que cambiaron a Guerrero.
En Huatulco, simularon un juicio militar sumario con el juez fiscal Nicolás Condelle, quien lo sentenció a muerte, y la ejecución se llevó a cabo el 14 de febrero de 1831 en Cuilapan.

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