¿Encuestadores o preguntones?
Apolinar Castrejón Marino
Las preguntas nunca son indiscretas, pero las respuestas, algunas veces lo son. Así lo sentencia Oscar Wilde, en el prólogo de su libro El Retrato de Dorian Grey.
Los gentiles visitantes que van de casa en casa con el sano propósito de salvar nuestras almas, de continuo hierran sus preguntas.
Imagine usted que está desayunando un día domingo a las 10 de la mañana.
Tocan a su puerta, y el visitante le pregunta ¿Cómo cree usted que se llama Dios realmente? O en vez de eso le pregunta en su cara ¿Qué destino cree que Dios le tenga reservado a usted y a su familia?
Realmente no son las mejores preguntas que usted esperaría, para dejar su almuerzo servido en la mesa, un día de descanso, familiar, y seguramente de futbol.