Cosmos
Héctor Contreras Organista
«¡Éche, amigo, nomás la última copa!»
Irredento lector de la columna «Sopa de Letras: A la tinta» de mi admirado maestro columnista don Noé Segura Salazar, a quien cumplidamente agradezco sus envíos por internet, me he enterado que hace unas horas fue devuelta a la madre tierra para el descanso eterno, «Doña Lionchi», respetable dama de quien nunca supe su nombre de pila pero sí de su fama, agradecida a don Fortunato «Nato» Morales Rodríguez, dueño de la muy popular cantina «El Refugio» (calle 5 de mayo) que hace años completaba la tercia de ases con otros dos establecimientos de renombre: «La Bohemia», de don Delfino Adame (El Pelón) en la calle Juan Ruiz de Alarcón y «La Puerta del Sol», de don Luis Santos, en calle Ocampo del barrio de san Mateo.
Nato Morales era un viejo cantinero de un carácter de los diez mil demonios, pero elaboraba un caldo de camarón delicioso, tan sabroso que jamás nadie en ninguna parte lo ha vuelto a degustar.